Meg Gentle, la mujer con un plan US$6.000 millones para convertir el viento en gasolina

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Meg Gentle, exejecutiva de GNL, dice que la cosa va en serio, y algunos expertos, como los de Porsche y Baker Hughes, están de acuerdo con ella.

Cerca del extremo sur de la Patagonia chilena, en el Estrecho de Magallanes, la planta piloto Haru Oni eFuels se encuentra al pie de una turbina eólica. La planta produce gasolina más ecológica. Comienza aprovechando la energía eólica para hacer funcionar máquinas electrolizadoras, que separan el hidrógeno del agua. A continuación, el hidrógeno se une al dióxido de carbono reciclado, en reacciones que generan hidrocarburos sintéticos, indistinguibles de la gasolina de origen fósil.

Por supuesto, el dióxido de carbono sigue saliendo por la parte trasera de cualquier coche que funcione con este combustible fabricado, pero es un comienzo. Porsche AG, una de las empresas inversoras, está entusiasmada con la posibilidad de comercializar este «e-combustible» (la e es de electricidad) químicamente idéntico entre los conductores que desean tanto combustión interna como una conciencia climática más limpia. Su intención es obtener la máxima publicidad por galón, utilizándolo primero para abastecer a sus equipos de carreras.

¿Por qué construir una novedosa planta de combustibles verdes en la remota Patagonia? En primer lugar, por los fuertes vientos que se crean cuando el aire frío de la Antártida se encuentra con el aire caliente del Pacífico. Allí, las turbinas pueden alcanzar una eficiencia operativa del 75%, frente al 45% de media de los parques eólicos de Texas. En segundo lugar, el principal accionista de HIF Global, AME, con sede en Santiago de Chile, ya desarrolla vastos parques solares en el desierto de Atacama, y pretende levantar miles de aerogeneradores en la Patagonia. Eso bastaría para producir miles de millones de galones de combustible al año y convertir a Chile en el improbable exportador de millones de galones al año de gasolina más verde fabricada con vientos de la Patagonia, los mismos que hace 500 años hicieron pasar los barcos de Magallanes por el estrecho que lleva su nombre.

Gentle (exalumna de la Universidad James Madison y MBA por la Universidad Rice, que antes trabajó en Anadarko Petroleum) calcula que la producción de e-combustible empezará costando unos cinco dólares el galón, aproximadamente el doble que la gasolina normal. Es un precio elevado, aunque el carburante tendrá una prima por su bajo contenido en carbono. ¿Cuánto? Un mínimo de treinta céntimos por galón, teniendo en cuenta los recientes precios del comercio de derechos de emisión de dióxido de carbono en California, que rondan los treinta dólares por tonelada métrica (2.200 libras). Además de gasolina, HIF planea vender una gran parte de la producción inicial de Matagorda como combustible para barcos, a propietarios de flotas que luchan por cumplir las nuevas y estrictas normas internacionales sobre emisiones. En futuras plantas se fabricará combustible para aviones, afirma.

Gentle prevé cientos de miles de millones invertidos en esta tecnología en las próximas décadas, con HIF Global apuntando a una docena de proyectos que podrían eliminar el impacto de las emisiones de cinco millones de coches. ¿Por qué no? –esa cantidad se ha invertido en proyectos norteamericanos de GNL en la última década. E incluso una planta de 6.000 millones de dólares que produzca el equivalente a 14.000 barriles diarios es una gota de agua en el cubo de los cien millones de barriles diarios del mercado mundial del petróleo (y una vez terminada sería una suculenta adquisición para una gran petrolera).

Fuente : Staff Inversiones y Negocios

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