Guyana: ¿milagro económico o espejismo a corto plazo en América Latina?

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“Guyana está mejor, mucho mejor”, comenta Steven, un guyanés que migró a Venezuela en su época dorada, y decidió regresar a sus orígenes en 2018, cuando la situación económica en el país vecino se complicó

La tierra que hace dos años cubría la mayoría de las avenidas de Georgetown, capital de Guyana, se convirtió en un leve asfalto recientemente; sin embargo, la arquitectura de la ciudad aún permanece victoriana y sin rastros de restauración, rodeando a una población con pocos signos de mejora económica.

La economía de Guyana, una de las más pobres en Latinoamérica, se proyecta ahora como la del más acelerado crecimiento en los últimos dos años. El repunte es atribuido al sector petrolero, que en el primer semestre de 2023 creció hasta 98,4%, y propone un reto en la capacidad de respuesta del pequeño país en disputa con Venezuela.

Tras un avance de su Producto Interno Bruto de 57,8% el año pasado, según el Banco Mundial, la actividad económica en el país de 800.000 habitantes, podría crecer hasta 29% este año. Este ritmo de crecimiento no se asemeja para nada a las cifras de 2014, justo un año antes de descubrirse un yacimiento petrolero a 193 kilómetros de su costa, de la mano de ExxonMobil y Hess Corporation en 2015. En ese año, el PIB se ubicaba en unos US$4.280 millones luego de haber subido 0,7% con respecto al año anterior.

Mientras tanto, el 35,1% de la población vivía en pobreza extrema, con una estimación de un dólar al día, de acuerdo con la ONG Humanium. Y aunque los datos en la actualidad son inciertos, en el discurso oficial sí se ha mencionado la intención de erradicarla, revelando así que el problema no ha sido resuelto.

La capital guyanesa, que agrupa unos 350.000 habitantes y es considerada la ciudad más grande del pequeño país, es una radiografía de ello. Viajeros la comparan aún con las zonas de más bajos recursos en Latinoamérica, así como con localidades en el interior de otros países donde sus capitales sí cuentan con mayor progreso.

El PIB per cápita en Guyana ya llegó a casi US$ 19.000 (a precios actuales), y se espera que las reservas de petróleo comercialmente recuperables superen los 11.000 millones bpd, según informó el Fondo Monetario Internacional (FMI). Economistas han recomendado al gobierno presidido por Irfaan Ali no repetir errores de sus pares en el manejo de la industria petrolera.

“Guyana tiene que buscar fortalecer sus instituciones, crear mecanismos de ahorro y de inversión. Debe tratar de que el petróleo impacte de manera positiva y sostenida en su economía”, dijo el economista venezolano Luis Oliveros durante una entrevista a un medio internacional en abril de este año.

Evitar el síndrome holandés

Las estimaciones para la economía de la nación caribeña siguen siendo positivas, y el gobierno guyanés ha logrado identificar la diversificación económica que requiere, según la representante del Banco Mundial para Guyana y Suriname, Diletta Doretti, para así evitar caer en el llamado síndrome holandés. Sin embargo, los proyectos para el desarrollo humano y el impulso de ingresos no petroleros no han sido detallados.

El salario mínimo en Guyana es de US$287 al mes. Los alquileres de un apartamento en el centro de la ciudad pueden oscilar entre US$1.400 y hasta US$4.000 mientras que un terreno hacia el interior del país puede costar hasta US$17.000.

Quienes viven hacia las zonas fronterizas, han reportado a agencias internacionales sobre la intermitencia de los servicios públicos. Algunos se apoyan en la lluvia para recoger agua en latas, ollas y recipientes plásticos.

Gabriel Herrera, un influencer venezolano que visitó la capital del país caribeño hace un par de años aseguró en contacto con Bloomberg Línea que el acceso a los servicios en el hotel donde pudo alojarse era básico, sin grandes lujos ni modernización de la estructura. “El transporte público fue nulo, no hay paradas bien definidas o un sistema de transporte muy avanzado. La forma más sencilla fue taxi”.

En su recorrido desde Georgetown hasta el sector del Esequibo (territorio en disputa con Venezuela), pudo percatarse de que la dinámica y comportamiento del país es el mismo. “Las estructuras que se ven son las mismas. Todo luce y parece como que, si fuese un lugar más de Guyana, no hay diferencia en el recorrido hasta el sector de cruce en la zona de reclamación con Venezuela”, acotó.

Las condiciones sociales

Según la ONU, entre 25.000 y 30.000 inmigrantes venezolanos, han huido de la crisis en su país para probar suerte en Guyana. Varios miles viven en el Esequibo, indicaron en un reporte de la agencia EFE. Años atrás la situación era contraria y muchos guyaneses emigraban a Venezuela en busca de un mejor futuro. Actualmente, el 55% de los guyaneses se encuentra viviendo en el exterior.

Según describe la ONG Humanium, en Guyana también es preocupante la alta tasa de abandono escolar, dado que los niños se ven forzados a trabajar como consecuencia de la precaria situación económica de sus familias.

Además, se presenta otro fenómeno particular que tiene que ver con los diferentes grupos aborígenes que allí conviven. “Un gran número de niños, en su mayoría amerindios, viven en zonas remotas, por lo que no pueden asistir a clases con regularidad. Por consecuencia, esto ha dado lugar a crecientes disparidades entre las regiones en el interior del país y el resto del Estado en materia educativa”, dice un informe de Humanium.

Por otro lado, la tasa de mortalidad es alarmante y alcanza al 33% de los niños. Esto es consecuencia de un gran número de casos de paludismo, especialmente entre los niños amerindios, así como el elevado número de jóvenes que sufren de malnutrición, o anemia por deficiencia de hierro.

De acuerdo con un artículo publicado en Los Ángeles Times, Guyana cuenta con US$1.600 millones en ingresos petroleros hasta mayo de este año, y por ello el gobierno ha lanzado proyectos de infraestructura como la construcción de 12 hospitales, siete hoteles, escuelas, dos carreteras principales, su primer puerto de aguas profundas y un proyecto de US$1.900 millones para generar electricidad a partir de gas natural que, según dijo el vicepresidente Bharrat Jagdeo a The Associated Press, duplicará la producción de energía de Guyana y reducirá a la mitad las elevadas facturas de electricidad.

“Si bien los proyectos han creado empleos, es raro que los guyaneses trabajen directamente en la industria petrolera. El trabajo de perforación en el fondo del océano es altamente técnico, y el país no ofrece esa capacitación”, dice el diario estadounidense.

Poca experiencia para lo que se viene

Asimismo, a los expertos les preocupa que Guyana no cuente con la experiencia, ni el marco jurídico y regulatorio para manejar la afluencia de riqueza y advierten que por este motivo se podrían debilitar las instituciones democráticas.

“La experiencia mundial ha demostrado que las crecientes expectativas sobre los ingresos de petróleo y gas pueden conducir a un gasto excesivo, un endeudamiento excesivo o un agotamiento excesivo de los fondos soberanos en la remodelación de la política económica”, fue la respuesta de la representante del Banco Mundial para ese país.

Guyana, que sigue siendo un país pobre a pesar de haber acumulado importantes reservas fiscales y externas con el inicio de la producción de petróleo en 2019, ha intentado proteger los ingresos petroleros con la Ley del Fondo de Recursos Naturales creada en el año 2021. Aun así, le resulta fundamental desarrollar una estrategia a mediano plazo para la diversificación económica y el crecimiento en el sector no petrolero, apunta Doretti, del Banco Mundial.

“La inestabilidad política de Guyana genera preocupaciones de que el país no está preparado para su riqueza recién hallada sin un plan para administrar los nuevos ingresos y distribuir equitativamente los beneficios financieros”, fue destacado en un informe de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), que reconoció las profundas rivalidades étnicas del país.

El gobierno guyanés, mientras tanto, se ha mantenido alerta en los últimos meses ante la posibilidad de un conflicto armado con Venezuela. Desde la administración de Ali se ha ido escalando el discurso por la defensa del territorio Esequibo, un espacio de 160.000 kilómetros cuadrados lleno de minerales y riquezas naturales, así como reservas petroleras en altamar, cuya soberanía está en discusión desde hace casi dos siglos.

“El Gobierno de Guyana se reserva el derecho de llevar a cabo actividades de desarrollo económico en cualquier parte de su territorio soberano o en cualquier territorio marítimo correspondiente”, dijo Ali en un comunicado difundido en septiembre luego de que Venezuela cuestionara la licitación de bloques petrolíferos, calificándola de ilegal.

FUENTE: BLOOMBERG EN LINEA

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