Home Actualidad Frisby fue Clonado en España y Los dueños de la Marca no...

Frisby fue Clonado en España y Los dueños de la Marca no pueden hacer nada

0

Frisby, la cadena colombiana más popular de pollo frito, ha entrado de golpe en un pleito internacional de propiedad intelectual. La compañía de comida rápida denunció la semana pasada el “uso no autorizado” de su marca después de que salieran al aire varias cuentas en redes sociales y una página web con el nombre de Frisby España. Aunque muchos clientes creyeron que se trataba de una estrategia comercial para expandir su mercado a Europa, la compañía ha descartado este fin de semana un proceso de ampliación y cualquier relación con la iniciativa. Documentos de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO, por sus siglas en inglés) demuestran que hay una batalla legal en curso.

La empresa colombiana tiene una de las marcas más reconocidas en el mercado nacional: posee más de 270 restaurantes en casi 60 ciudades en todo el país. El pasado 30 de abril, la cuenta de Instagram @frisby_es publicó una imagen con el texto “Esto no es pollo. Es Frisby. Y está llegando”. La foto generó una amplia expectativa ante la posibilidad de que la compañía, después de más de 40 años trabajando únicamente en Colombia, llegase a un país en el que viven más de 800.000 colombianos.

La realidad era otra. La sociedad colombiana Frisby S.A. BIC emitió el 6 de mayo un comunicado en todas sus redes oficiales que las cuentas recién creadas con la ubicación de España no eran de su propiedad. Por el contrario, era “un intento de terceros de aprovecharse de la reputación” de su marca. Este fin de semana, agregó en un segundo comunicado que es un “asunto estrictamente legal” y que la compañía está dispuesta “a defender la marca y sus atributos de amplio reconocimiento”.

La empresa colombiana tiene registrada su marca en la Unión Europea, a través de la EUIPO, desde 2005, en los productos y servicios catalogados en las clases 29,30 y 43, que denotan alimentos varios y restaurantes de comidas rápidas. Más allá del registro, durante estas dos décadas no ha hecho ningún gesto que diera a entender que abriría su operación en el continente europeo.

Por tal motivo, Frisby España SL presentó en diciembre una solicitud de nulidad de la marca bajo el argumento de la falta de uso. “Una marca puede ser objeto de nulidad si no ha sido objeto de un uso efectivo y serio en la Unión Europea dentro del plazo de cinco años posteriores a su registro”, alega la sociedad española, creada en febrero pasado, en su petición a la autoridad europea de propiedad intelectual. Según su argumento, la estrategia de la colombiana de inscribir la marca sin usarla es “abusiva” y “obstaculiza la libre competencia”. Además, la española registró su marca y abrió en paralelo otro frente, pues dos marcas con nombres y signos tan similares no pueden coexistir en el mercado al crear confusión entre los consumidores.

Danilo Romero, socio del bufete Holland & Knight y abogado especializado en propiedad intelectual, explica que la acción de la sociedad colombiana de registrar su marca en otros lugares del mundo es común. “Legislaciones como la estadounidense lo llaman ‘intención de uso’ que da a las empresas un colchón, pero finalmente siempre deben utilizar la marca en el país que la registran”, explica. “La marca se pierde si no se usa. En el caso de Frisby Colombia, no tiene forma de demostrar su presencia en España”, agrega.

En un comunicado firmado en Madrid, en respuesta al primero realizado por su contraparte, la sociedad española aseguró que ahora es “el titular exclusivo y legalmente registrado” de la marca Frisby en la UE y que es “una entidad completamente independiente, sin vínculo corporativo” con la latinoamericana. Adicionalmente, aseguró que abrirá su primer punto de venta “en los próximos meses” y luego un segundo restaurante gestionado por ellos mismos.

La compañía española tiene sede en Bilbao, de acuerdo al documento de constitución en el Registro Mercantil de Vizcaya, según adelantó la revista Cambio. Los propietarios son Jacqueline Guillemine Pérez Parcha, ciudadana belga; y Gonzalo Barrenechea Correa, un abogado de España. Los accionistas conformaron la sociedad con solo 2.000 euros (unos 9,5 millones de pesos).

Una batalla con desventajas

¿Qué viene ahora? Para Carlos Amaya, socio director de Amaya Propiedad Intelectual, “el competidor no está haciendo nada ilegal”. “Si una marca no se usa, la ley faculta a un tercero para solicitar su cancelación”, afirma.

Las posibilidades de la compañía colombiana para ganar el pleito son escasas. Los abogados consultados coinciden en que, según las normas que regulan el uso de las marcas, la empresa tendría que demostrar su notoriedad en España, cuando esta es virtualmente inexistente.

El único margen de acción para Frisby Colombia, prevé Amaya, es que pueda exigir que se retiren las publicidades como la que está en la web de la empresa española, que resalta: “Una leyenda del pollo cruza el océano”. Para el jurista, esta campaña “induce al engaño, ya que pretende generar una confusión sobre el origen empresarial y hacer creer [a los consumidores] de la llegada de la compañía colombiana a territorio español”.

Lo que ha ocurrido con Frisby en España puede ocurrir también en otros países. La empresa colombiana tiene registrada su marca en al menos otros tres países: Estados Unidos, México, Chile. En todos ellos, hace más de cuatro años (en México data desde 2008) y si no se expande en estos sitios, se expone a una situación similar.

La gerente y cofundadora de la compañía, Liliana Restrepo, dijo hace un par de años que se estaba considerando abrir el negocio en Estados Unidos o Costa Rica. Hasta el momento no se ha hecho ningún anuncio en este sentido.

CONSEJOS LEGALES

A propósito de la creación de la marca Frisby en España, bajo la misma identidad que la empresa colombiana que lleva más de 48 años en el mercado nacional, la firma de abogados Baker McKenzie compartió cuatro lecciones de propiedad intelectual en los mercados internacionales.

El bufete resaltó que la protección de la propiedad intelectual es fundamental no solo para mantener la competitividad, sino también para fomentar relaciones éticas y responsables entre los actores del mercado.

  1. Registrar marcas en los mercados relevantes

Registrar una marca únicamente en el país de origen deja la puerta abierta para que terceros se aprovechen de su reputación en otros territorios. En el caso de Frisby, la falta de registro previo en España permitió que otra empresa se apropiara del signo distintivo, generando confusión y un posible daño reputacional.

Las empresas deben anticiparse y registrar sus marcas en los países donde tienen presencia actual o potencial. Herramientas como el Protocolo de Madrid simplifican este proceso y fortalecen la protección internacional.

  1. Establecer relaciones claras con socios y aliados comerciales

Cuando se expande un negocio, es común celebrar contratos de distribución, franquicia o colaboración. Estos deben incluir cláusulas específicas sobre el uso de la marca y otros activos intangibles.

Formalizar acuerdos bien estructurados con socios internacionales ayuda a prevenir conflictos sobre el uso de la propiedad intelectual y protege la integridad de la marca.

  1. Monitorear el uso de la marca y responder oportunamente

La gestión de propiedad intelectual no se limita al registro: requiere monitoreo constante para detectar posibles usos indebidos y actuar con agilidad. Esto incluye vigilar registros de marcas similares, detectar infracciones en línea y asegurarse de que los derechos estén vigentes y actualizados.

Establecer mecanismos de vigilancia y reacción temprana permite proteger la marca de manera efectiva y sostenida en el tiempo.

  1. Promover una cultura de respeto mutuo entre competidores

El apoyo público de KFC a Frisby es un ejemplo de responsabilidad empresarial que trasciende la competencia, dice la firma de abogados. En lugar de aprovechar una vulnerabilidad legal de su competidor, KFC eligió reconocer su legado y mostrar respeto por su historia.

La protección de la propiedad intelectual también pasa por promover buenas prácticas empresariales. Una competencia ética y respetuosa fortalece al ecosistema y mejora la percepción pública de las marcas involucradas.

“La propiedad intelectual no solo protege los activos de una empresa: también refleja sus valores. Gestionarla con visión internacional y promover una competencia solidaria eleva el estándar de toda la industria”, señaló Yuliana Salamanca, Socia de Baker McKenzie Colombia.

Fuente: Team Inversiones & Negocios

Salir de la versión móvil